[vc_row gap=»20″][vc_column][vc_column_text]

Desde su sede en Paseo de Recoletos 20-22, la Biblioteca Nacional de España nos propone descubrir cómo era el mundo cartográfico en la antigüedad y lo hace a través de una muestra comisariada por Sandra Sáenz-López Pérez y Juan Pimentel. Cartografías de lo desconocido es una exposición única que exhibe más de doscientas obras de interés y que puede visitarse, con entrada gratuita, hasta el 28 de enero.

“Los mapas son objetos fascinantes. Su magnetismo es universal. Su atractivo procede de la ilusión que generan, de su gran poder evocador: la soledad de una isla remota, el acceso a una región desconocida, la visión panorámica y omnisciente. Para un príncipe un mapa es un archivo de sus posesiones, para un naturalista un calendario de futuros hallazgos, para cualquiera la promesa de un viaje pendiente. Son obras de arte e instrumentos científicos. Tienen algo de pintura, algo de fotografía y mucho de geometría. Sirven para orientarse y a menudo para perderse, para buscar tesoros y también para ocultarlos.

La exposición se centra en un problema asociado a una de sus funciones básicas, su relación con lo desconocido, cómo logran representar fenómenos inéditos: regiones extrañas, reinos imaginarios, espacios en blanco, hechos invisibles. Ciertamente, los mapas nos enseñan lo que desconocemos y nos ayudan a ver lo que creíamos conocer. Lo hacen con transparencia y aparente trivialidad. Mientras los miramos, como cualquier buen truco de magia, desaparecen ante nuestros ojos. Borran sus convenciones, disimulan su credo y nos dicen al oído: “Usted está aquí”, “este es su país”, “así es la Tierra”. Sin embargo, nada es lo que parece y lo que aparece no es ni mucho menos todo”.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]