Continuando donde lo dejamos la semana pasada… En el arranque de la calle de Serrano estuvo la plaza de toros que fue derribada en 1873. También el palacio de la duquesa de Prim y el de los marqueses de Portago. Calle donde se construyeron importantes edificios como el del Museo Arqueológico, la Casa de ABC, la Embajada de los Estados Unidos (en el solar del palacio de La Huerta), el palacete de los marqueses de Luca de Tena, la iglesia del Espíritu Santo, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, el Instituto Ramiro de Maeztu y el hospital de San Rafael.

En el número 8 se instaló en 1940 la tienda de “Mariquita Pérez”, muñeca que hizo furor durante al menos dos décadas, diseñada por Leonor Coello, hija del conde de Coello de Portugal y ministro de la gobernación con Alfonso XIII, quien pensó que después de la guerra civil, los españoles deberían empezar a tener artículos que dieran una sensación de normalidad.

El origen es curioso. En un sorteo benéfico realizado en San Sebastián, le había tocado a doña Leonor un muñeca alemana que regaló a su hija, Leonorcita, de solo un año de edad. Diestra en el manejo del ganchillo y la aguja, empezó a vestir a ambas de igual manera. Las vecinas y las amigas sintieron curiosidad cuando se enteraron de que en casa de doña Leonor, había muebles de juguete para la muñeca. Tal fue la expectación levantada, que enseguida apreció la posibilidad de un buen negocio y pidió ayuda financiera a una vieja amiga, doña María del Pilar Luca de Tena, a la que invitó a asociarse con ella. Se trataba de fabricar en exclusiva una muñeca que tuviera la personalidad de una niña: nombre, apellidos, familia, colegio…

Estaba doña Leonor casada con el poeta y dramaturgo Manuel de Góngora, y en su casa se celebraba una tertulia semanal a la que asistían Eugenio D´Ors, Víctor de la Serna, Jacinto Benavente, Jesús María de Arozamena, Luis Escobar y Jacinto Guerrero, entre otros. Aprovechó doña Leonor una de esas tertulias para pedir a los tertulianos que idearan un buen nombre para su muñeca, incluso dicen que fue consultado en su exilio voluntario de Buenos Aires, Ramón Gómez de la Serna. Se desechó el nombre de “Pepita Jiménez” y se propuso uno tan español como el de “María Pérez”, al que doña Leonor dio su última palabra: en vez de María, se llamaría “Mariquita”.

Eran muñecas muy caras para la época, 95 pesetas, y por eso se decidió venderlas en una zona de gran poder adquisitivo, en el primer piso del número 12 del paseo de la Castellana, donde hoy está Embassy. Sólo un mes después se habían agotado las mil muñecas del primer pedido. “Mariquita Pérez” se anunciaba en la radio con una canción especialmente compuesta para su promoción. Tras el éxito, se abrieron varias tiendas en Madrid, y la principal en la calle de Serrano. Muchas niñas de aquella España de posguerra tuvieron que conformarse con que sus padres las llevaran a contemplar en el escaparate a “Mariquita Pérez”, pero sólo desde la acera; otras, como Carolina de Mónaco, la recibió como regalo de su madre, Grace Kelly, quien al pasar por el escaparate de Serrano se quedó prendada de la muñeca y se la llevó al Principado.

En el número 66 hubo un salón de limpiabotas. Hoy, la calle de Serrano, sigue siendo el eje principal del distrito de Salamanca, la vía más comercial de Madrid, donde se asientan los establecimientos de las primeras marcas, una especie de pasarela de la moda, así como restaurantes, bares y cafeterías. La calle de Serrano fue, a finales de la década de los años 70 del siglo XX, el lugar donde nació la fiebre de las terrazas nocturnas en las noches del verano.

Pero también fue la avanzadilla de pequeños comercios tradicionales, especializados, que dieron prestigio al barrio, como las “Mantequerías Olmedo”, que abrieron en 1900 en la confluencia de Serrano con Ortega y Gasset; la perfumería “Esteban”, que data del año1905, también una sucursal de los prestigiosos perfumeros “Álvarez Gómez” o la “Peluquería Benítez”, abierta en 1896 por Cristóbal Navarro.