[vc_row][vc_column][vc_column_text]

Desde la plaza de Colón hasta la intersección de las carreteras de Colmenar Viejo y Burgos.

Un importante tramo de este paseo limita en sus números pares con el distrito de Salamanca. Se trata de la gran apertura de Madrid, después de la Gran Vía, zona residencial donde se construyeron el mayor número de los más modernos palacetes de la capital, algunos de los cuales todavía quedan, convertidos en sedes comerciales, bancarias o financieras, y otros desaparecieron producto del ánimo especulativo y de la necesidad de construir edificaciones de altura.

Las primeras construcciones surgieron sobre el antiguo Arroyo de la Castellana, que hubo que tapar. Primero se llamó paseo de las Delicias de la Princesa, para conmemorar el nacimiento de Isabel II, y después llevó el nombre de esta reina. Hasta 1871 se llamó paseo de la Fuente Castellana, porque en los terrenos donde hoy se encuentra la glorieta de Emilio Castelar, existió una fuente muy popular. Terminaba en los llamados “Altos del Hipódromo”. Entre 1936 y 1939 se llamó avenida de la Unión Proletaria; entre 1939 y 1949, avenida del Generalísimo; volvió más tarde a recuperar el nombre de paseo de la Castellana, manteniendo el de Generalísimo la prolongación del paseo, para recuperar en 1980 el de Castellana la totalidad del trazado. Hay en la actualidad un proyecto, dentro de la denominada “Operación Chamartín”, de prolongar el paseo hasta el distrito de Fuencarral.

La primera casa que se construyó en la Castellana fue la de Bruguera, en la esquina con la calle de Goya, cuyo primer dueño fue un pastelero, Tiburcio Ibáñez; en 1844 se la vendió al banquero Narciso Bruguera por 110.000 reales, quien construyó una nueva y moderna casa en el lugar de la primera. Fernández de los Ríos decía por aquel tiempo que “en la acera de los pares, el lado derecho del paseo, por donde han ido descendiendo las derivaciones del barrio de Salamanca, son áridas tierras de pan llevar”.

Como decíamos, paseo de suntuosas construciones, unas desaparecidas, otras transformadas y pocas que conservan su estado original. Estas son algunas de las construcciones realizadas en la margen derecha de la Castellana y correspondientes al distrito de Salamanca: palacio de la Embajada de Alemania, palacio de Anglada (en la manzana que forman Castellana, Lista, Serrano y Marqués de Villamagna, fue el primer palacio de la Castellana que sucumbió a la piqueta), palacio de los duques de Hijar, la casa de la princesa Ratazzi, escritora con pretensiones de protagonismo, dada a organizar grandes saraos a los que no faltaba su amigo Emilio Castelar, hoteles pertenecientes al conde de Romanones y a otros personajes de la nobleza, en los que vivieron los infantes doña Eulalia y don Antonio, y Adelaida Larra, amiga íntima del rey Amadeo e hija de Mariano José de Larra, en uno de los chalés construidos por el marqués de Salamanca, en los terrenos que hoy ocupa el Museo de Esculturas al Aire Libre.

Hasta 1854 no se convirtió la Castellana en un paseo elegante y transitado. Tuvo que ser la duquesa Ángela de Medinaceli la que lo pusiera de moda con un reclamo: llevaba hasta allí sus lujosos carruajes y la corte de jinetes que la acompañaban. En 1872 se celebró la famosa “manifestación de las mantillas”, en la que un numeroso grupo de patrióticas damas con mantilla querían protestar contra la dinastía de Saboya. Pero la cosa no acabó bien, porque el empresario teatral,

Felipe Ducazcal, estando al corriente de los hechos, montó una manifestación paralela a la de las damas protestantes, en la que vestidas de igual manera que las anteriores, se manifestaron las más conocidas daifas de la villa. Paseo este que ha sido escenario de manifestaciones ciudadanas que terminaban al pie del monumento a Castelar; de revistas y desfiles militares, de carrozas carnavalescas y espectáculos lúdico-deportivos. Sobre las parcelas que albergaron viejos palacetes, se han ido levantando notables edificios como los del Banco de Sabadel, IBM, Hotel Villa Magna, Bankunión o el de Seguros Catalana Occidente. El 4 de abril de 1972 empezaron a prestar servicio, en periodo de prácticas, las componentes de la Unidad de Policía Femenina, para regular el tráfico, acompañadas de agentes masculinos. Las primeras cincuenta policías de circulación, regularon el tráfico en el paseo de la Castellana, entre Ortega y Gasset y la plaza de Cibeles.

Vivieron en el paseo de la Castellana importantes personajes, como el conde de Romanones, Pedro de Répide, la actriz Teodora Lamadrid o Cánovas del Castillo.

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]