El tramo de la calle de Alcalá que discurre por el distrito de Salamanca va desde la plaza de Cibeles hasta el puente de Ventas y hace de frontera con el distrito de Retiro.

De esta calle dijo la duquesa de Abrantes que competía con las mejores de Europa. El tramo entre Cibeles y la plaza de la Independencia se llamó del Pósito, por estar allí el almacén de grano de la villa, capaz de acoger hasta 100.000 fanegas de trigo; después fue destinado a almacén donde se guardaba la tramoya de los teatros del Príncipe y de la Cruz. Fue también cuartel de Ingenieros, derruido durante la revolución de 1868.

Sobre el solar se levantó el Palacio de Linares. En el tramo comprendido entre Menéndez Pelayo y Antonio Acuña, vivieron los hermanos Machado y el maestro Federico Chueca, asiduo a las tertulias de un café cercano llamado “Pardiñas”. En su casa del número 82, las cortinas eran carteles de toros, litografiados sobre sedas de colores. Gustaba el maestro de salir a la calle las noches de verano en mangas de camisa para formar tertulias con los vecinos. En esa casa murió el autor de “La Gran Vía”.

En el número 96, casi esquina con Narváez, vivió Federico García Lorca de 1933 a 1936, y en el número 100, el poeta peruano César Vallejo. En Alcalá, esquina a Jorge Juan, estuvo el hotelito que el Rey Alfonso XIII regaló a su amante, la triple Elena Sanz. Hasta bien entrado el siglo XX este tramo de la calle de Alcalá tenía fama de ser una zona abandonada y peligrosa. Mesonero Romanos se refería a ella como “la polvorosa y absolutamente desnuda carretera o camino de Aragón, fuera de la Puerta de Alcalá”, mientras que Emilia Pardo Bazán hablaba de una zona “escuálida, seca y triste”, que en el siglo XIX solía frecuentar el rey Fernando VII, acompañado de escasa guardia, de ahí que unos conspiradores lo eligieron como el lugar más adecuado para asesinarle.

Hasta la plaza de Manuel Becerra se hizo una edificación de viviendas más modestas sobre lo que hasta el siglo XIX fueron huertas, barracones y una fábrica de galletas. En las primeras décadas del siglo XX se levantaron edificios más notables, con torretas y tejados de pizarra, y en la confluencia con la calle de Goya podemos encontrar uno de los ejemplos más significativos del denominado “racionalismo madrileño”, obra del arquitecto Jesús Martí. Otro de los edificios más singulares es el de la sede de la compañía de seguros “La Equitativa”, construido en 1927.

A finales del siglo XIX se instalaron varias verbenas en la calle de Alcalá: la de San Ginés, la del Carmen y la de Covadonga, cercana esta última a la plaza de Manuel Becerra. Calle también donde se establecieron también comercios tradicionales de barrio, como el de “Aceites y jabones”, en el número 105, tienda de ultramarinos a la antigua usanza, y otra de las mismas características en el número 111, “Ultramarinos Sainz”.

Una de las tabernas más afamadas del barrio fue adquirida en 1920 por Domingo Rey, que hasta entonces había sido empleado del establecimiento, quien la dedicó a partir de entonces a restaurante. Es “Casa Domingo”, en el número 99, cenáculo de personajes del mundo de la política, la cultura, el espectáculo y los toros. En el número 131 abrió, en 1900, la que llegaría a ser la pescadería más antigua del barrio, “Pescados y Mariscos Pardiñas”. En el 98 se encuentra la librería más antigua de Madrid, “Rubiños”, fundada en 1860.