Situado entre las calles de Enrique D´Almonte, Alcalde Sainz de Baranda y la M-30, es uno de los parques más bellos de Madrid, con sus 8 hectáreas de superficie, ha sido sometido recientemente a una serie de mejoras para recuperar su antigua condición de jardín de una quinta.

A principios del siglo XVII Bernardino Fernández de Velasco, duque de Frías y Condestable de Castilla, adquirió unos terrenos para construirse una residencia campestre que se conoció como “Quinta de Frías” o “Huerta del Condestable”, en los parajes cercanos al arroyo del Abroñigal. Construyó una casa, amplios jardines, una huerta muy productiva, una viña que daba buenos caldos, un palomar, cuatro fuentes, diversos estanques y un buen número de árboles frutales. En definitiva, un paraíso en las afueras de la villa. En 1631 el duque de Frías vendió la quinta a Felipe IV por 30.000 ducados, aunque el monarca se los dejó a deber; después el rey la donó a los monjes castellanos de Montserrat, que habían sido expulsados de Cataluña, hasta que estuvo terminado el convento de la calle de San Bernardo. Pronto la quinta empezó a gozar de fama por las aguas salutíferas, incluso se decía que eran afrodisíacas, que manaba la fuente del Berro y que las reinas María Luisa de Orleans e Isabel II hacían que se la llevaran hasta palacio en reatas de asnos. También se cuenta que era muy requerida por los invitados a las fiestas que daba Carlos II. Por el Prado y en el Retiro, las aguadoras voceaban:

¡Caballeros, la aguadora!

¿Quién la quiere?

¡Agua de la fuente del Berro!

¿Quién la bebe?.

De ella dijo Gómez de la Serna que era “agua recetada”.

En el año 1703 María Timiño Vázquez de Coronado, adelantada de Costa Rica, había adquirido la finca. A su muerte la legó a los mercedarios calzados, quienes la vendieron en 1800 a don Martín de Estenoz. Tras pasar por deferentes propietarios, la adquirió el Ayuntamiento de Madrid en 1948, por 6.700.000 pesetas, y la abrió como parque público en 1953. En 1941 había sido declarado por el Estado, “Jardín Artístico”. El palacete construido en el primer tercio del siglo XX y dedicado al poeta ruso Alexander Pushkin, se convirtió

en 1961 en museo Arqueológico Municipal, y actualmente encentro cultural. Parque este de la Fuente del Berro, paradisíaco, con sus árboles centenarios, los vapores de plantas aromáticas que perfuman el paseo, los pavos que convierten su cola en coloridos abanicos de plumas.