Núñez de Balboa, Vasco. Jerez de los Caballeros (Badajoz), c. 1475 – Acla (Panamá), 13-19.I.1519. Conquistador, descubridor del océano Pacífico.

Fue fundador y alcalde de Santa María la Antigua del Darién, primera ciudad española en la América continental, y de Acla, así como conquistador de una gran parte de la región transístmica americana. Tuvo los títulos de adelantado de la Mar del Sur y gobernador de las provincias de Panamá y Coiba.

Debió de nacer hacia 1475, pues Las Casas afirmó que en 1510 era “mancebo de hasta treinta y cinco o pocos más años”. Su padre fue Nuño Arias de Balboa, “hidalgo y de sangre limpia” y su madre una señora de Badajoz de nombre desconocido. Este matrimonio tuvo varios hijos: Gonzalo y Juan, y quizá otros dos llamados Vasco y Alvar. Vasco entró como criado en casa de Pedro Puertocarrero, señor de Moguer, donde se educó en letras, modales y armas. Allí debió de asistir al protagonismo de Moguer en la empresa colombina. A fines de siglo, se trasladó a Sevilla y en 1500 se enroló como escudero en la expedición organizada por el escribano público de Triana Rodrigo de Bastidas y el cartógrafo Juan de la Cosa. Parece que era buen espadachín. Las Casas lo describió como “bien alto y dispuesto de cuerpo, y buenos miembros y fuerzas, y gentil gesto de hombre muy entendido, y para sufrir mucho trabajo”.

La expedición, formada por una nao, una carabela y un bergantín, partió de Cádiz hacia marzo de 1501 y llegó a Coquibacoa o la Guajira, desde donde navegó lentamente (durante cinco meses) hacia occidente, descubriendo la actual costa atlántica colombiana (Santa Marta, bocas del Magdalena, Cartagena, etc.) y luego la costa atlántica panameña desde Urabá hasta un punto desconocido, quizá el Retrete, situado a unas 150 millas del Darién. El mal estado de las naves a causa de la broma (molusco lamelibranquio que perforaba las cuadernas de roble de las quillas) obligó a detener el descubrimiento, ante la amenaza de hundimiento. Juan de la Cosa logró llegar con las naves hasta Jamaica y desde allí a la isla La Española. Intentaron inútilmente reparar las naves y finalmente se hundieron en las cercanías de Puerto Príncipe en febrero de 1502. Los expedicionarios llegaron a pie a Santo Domingo, divididos en tres grupos. Se inició el proceso a Bastidas y tuvo que volver a España, pero Balboa se quedó en la isla de Santo Domingo. Debió de participar en la conquista ovandina, pues fue premiado con un reparto de tierras en Salvatierra de la Sabana, población que ayudó a fundar. Inició un negocio de cría de cerdos que le fue mal. Endeudado, fue a Santo Domingo, donde se encontraba en 1509 buscando la forma de salir de la isla. Sus acreedores le impidieron salir en la expedición de Ojeda al Darién y tuvo que esperar hasta que se organizó la del bachiller Martín Fernández de Enciso, socio del anterior y su alcalde mayor, que partió de Santo Domingo el 13 de septiembre de 1510, para reforzar a su jefe y socio, con una nao y un bergantín con cincuenta y dos hombres. Balboa iba de polizón, con su perro Leoncico, escondido en una vela o dentro de un tonel (existen ambas versiones). Descubierto en alta mar, estuvo a punto de ser abandonado en una isla desierta por Enciso (parece que era uno de sus acreedores), quien finalmente le dejó a bordo a ruegos de los tripulantes. La flotilla siguió su rumbo a Urabá y encontró frente a Cartagena los restos de la expedición de Ojeda, mandados por Francisco Pizarro. Se supo entonces que había fracasado el intento de poblar San Sebastián en el golfo de Urabá, por lo insalubre del lugar y porque estaba habitado por indios que usaban flechas envenenadas. El propio Ojeda había sido herido y tenido que abandonarlo en busca de refuerzos, tras dejar a sus hombres al mando del Pizarro y con autorización para hacer lo que estimaran conveniente si no regresaba en un plazo de cincuenta días. Los españoles habían cumplido con el plazo, tras el cual habían embarcado en las naves que encontró Enciso.

Enciso puso proa a San Sebastián y, al llegar, naufragó la nao. Comprobó que era cierto cuanto le habían dicho. Es más, los indios habían quemado las treinta chozas construidas por los españoles. Convocó entonces una junta para decidir si regresaban a La Española o buscaban otro lugar para poblar, lo que no parecía fácil. En plena deliberación pidió la palabra Vasco Núñez para decir algo parecido a esto que transcribió el padre Las Casas: “Yo me acuerdo, que los años pasados, viniendo por esta costa con Rodrigo de Bastidas a descubrir, entramos en este Golfo, y a la parte de occidente, a mano derecha, según me parece, salimos en tierra y vimos un pueblo de la otra banda de un gran río, que tenía muy fresca y abundante tierra de comida, y la gente de ella no ponía hierba (veneno) en sus flechas”. Fue una sugerencia providencial que todos aceptaron, empezando por el propio Enciso. Dejaron 65 hombres en San Sebastián y el resto siguió hasta el lugar señalado por Balboa, que encontraron pasado el golfo, en un río del Darién. Era la provincia del cacique Cémaco, cuyos guerreros fueron vencidos fácilmente por Enciso, que les combatió tras encomendarse a la Virgen de Nuestra Señora del Antigua (Las Casas dio una versión mas idílica del encuentro con los naturales). Los vencedores se apoderaron de la población y quemaron a los homosexuales (muy frecuentes en el istmo), en aplicación de la ley de 1254, y recogieron un pequeño botín de oro. Mandaron luego venir a los que habían quedado en San Sebastián y procedieron a establecer una población que llamaron La Guardia en noviembre de 1510. No hubo fundación formal y Oviedo asegura que unos meses más tarde Balboa decidió bautizarla con el nombre de Santa María de la Antigua del Darién. Fue la primera capital española en la América continental. Su emplazamiento se ha discutido mucho, pero parece ser en un afluente del río Tanela, muy cerca de un buen puerto, que debería de ser Puerto Escondido.

Enciso ejerció provisionalmente el mando, pero se enemistó pronto con sus hombres por haberles prohibido comerciar con oro bajo pena de muerte y se negó además a repartir el botín de oro capturado a los naturales, ya que en su opinión esto le correspondía hacerlo al gobernador Ojeda. Balboa aprovechó la ocasión para minar su autoridad, pidiendo la creación de un Cabildo para que gobernase la ciudad. Se reunieron los conquistadores y resultaron elegidos como alcaldes Vasco Núñez y Benito Palazuelos (sustituido luego por Zamudio). El tesorero fue el médico doctor Alberto, el alguacil Bartolomé Hurtado, y los regidores Diego Albítez, Martín de Zamudio, Esteban Barrantes y Juan de Valdivia. El Cabildo se apoderó de los barcos y empezó a actuar como máxima autoridad local. Protestó Enciso, argumentando que representaba al gobernador Ojeda, de quien era alcalde mayor, pero no pudo presentar su nombramiento porque se había perdido en el naufragio de la nao, según dijo. Los cabildantes no le hicieron caso alguno.

Por: Manuel Lucena Salmoral

Fuente: Diccionario Biográfico Español